miércoles, 25 de julio de 2012

¿Madre ayuda a sus hijos?

Hola Animales/@s


Una madre en Pensilvania, Estados Unidos, ha sido detenida por hackear las notas de sus hijos. La madre, que había trabajado en el colegio donde estudiaban sus hijos, se metió en el sistema del colegio utilizando las contraseñas que todavía guardaba y cambió las calificaciones a favor de sus hijos. Lo más curioso es que en la mayoría de los casos sólo les subía unas décimas para no levantar sospecha, por ejemplo del 9,8 al 9,9.


Ahora hay que pensar, ¿Está esa madre dando un buen ejemplo a sus hijos? Teniendo sus hijos notas tan altas, ¿a qué se debe esa ambición por parte de la madre? 


Sinceramente, pienso que hay que fomentar el esfuerzo y el trabajo con medios diferentes al que utiliza esta madre. Un estudiante no se va a esforzar si sabe que luego su madre le va a subir las calificaciones de esa manera. 


Ya sabéis pequeños, si queréis algo, no esperéis a que mamá se meta en el sistema del colegio, intentad conseguirlo vosotros mismos. 


Besos :-)


                                                                                                                                                                 Sara.

Videos Glozell

Hola Animales/@s

Esta es la primera vez que escribo en este blog. Quería empezar con una entrada divertida, pero como estoy en un momento de #InspiraciónOFF pues se lo dejo a los profesionales. 

Si no conocéis a Glozell, ya va siendo hora. Podéis buscar vídeos suyos en YouTube y reíros un poco, que en los tiempos que corren hace falta un poco de humor. 


Este vídeo es un DOBLAJE, no es ella. Pero os dejo el enlace de los dos. 

El auténtico:
 


El doblaje:            
  
Disfrutad pequeños:-)









                                           Sara:-)







lunes, 23 de julio de 2012

miércoles, 25 de abril de 2012

Novela, Capítulo 3. La Ruina de Arnor. Riot.

La Ruina de Arnor.


Capítulo 3.


HUESO BLANCO.


Apartó su mirada y se levantó, apartándome. Escapa a mis intenciones, evadiendo mi deseo. Agarró el petate y marchó fuera, abriendo la puerta de la posada, dejando entrar aquel grito de la lluvia por invadir este culto al calor. Pero me dio tiempo a introducir aquello en el bolsillo de su chaqueta mientras me contemplaba, todos iguales, igual de inconscientes, distraídos, siempre iguales. 


Me acerqué a otro, este no era tan agraciado, pero mi estómago moría por comer, necesito algo que llevarme a la boca, pero no me ofrecen nada, necesito venganza, tengo sed. 


Me acerqué a él, rozando su piel, notando aquel olor a amarillo, a calor, a alcohol, presa fácil. Me miró inmediatamente, y me empujó hacia él. 


-¿Quieres subir arriba amor? le pregunté mientras observaba la mirada de sus ojos hacia mi escote.


Simplemente asintió, anonadado, atontado, como un niño que tan solo busca un dulce, un caramelo. Agarré su mano asquerosa conduciéndole hacia arriba. Abrí la puerta de la habitación al final del pasillo, de aquel lugar oscuro, iluminado únicamente por un candil y un par de leños ardientes. Me empujó a la cama, rasgándome el vestido. 


-Son diez monedas de oro.- Le dije levantándome de la cama pero no sin dejar de mirarle, mordiendo mi propio labio. 


Me agarró por los brazos, empujándome contra la fría pared de madera vieja, el agua encharcada de las goteras era el único ruido en la sala, sus ojos se clavaron en mí, se dirigió hacia mí, intentando retirar mi vestido. 


Le intenté empujar, intentando evitarlo, escapar de mi propia trampa. Rocé un pequeño filo con mi dedo índice cortándome. Así su empuñadura blanca, como la nieve recién caída en el manto del suelo, la saqué de su funda, con cuidado, mientras sus sucias manos manoseaban mi piel pretendiendo hacerla suya. Su olor comenzaba a impregnarse en mí, a filtrarse en mi cabeza. Cerré los ojos. Apreté mi puño. Apunté a su cuello.


-¡Suéltame!- Grité ahogada. 


Después, conmoción.


Abrí los ojos, me encontraba en la cama, desnuda completamente, él, enfrente de mí, me contemplaba, miré su rostro. Volví a cerrar los ojos. Me levanté de la cama corriendo. De repente, un dolor atravesaba mi pie desnudo, frío, húmedo por el suelo, el candil estaba apagado, las ascuas perecían en las cenizas. Brotaba, como una flecha, un largo recorrido de agua roja, de vida escarlata. Agarré aquella mano de la muerte, clavándola en su constado, puntiaguda, afilada, blanquecina, teñida de rojo ahora, el rojo de la vida, de mi vida, y de su muerte. 


Un suspiro ahogado fue lo último que dijo. De mis ojos salía sangre transparente, agua, lágrimas. Grité. 


A continuación subieron varios hombres, uno de ellos armado, agarrándome, solo callé. Tengo hambre, solo quiero algo de beber, unas simples gotas, elixir de la vida para mí. Lo último que logré ver fue aquel dedo de la muerte, aquella daga blanca, después, nada.


El sol amanecía rojo, las nubes eran invisibles. Las estrellas morían, el sonido de las aves llenaba el lugar, carroñeros sobrevolaban un poste marrón, mi prisión. Agaché la cabeza, me acompañaba la tierra, tierra negra, tierra quemada. Mi única compañía, nadie.


Anastasia.


Riot.

martes, 24 de abril de 2012

Escribiendo a ciegas I. Riot.

ESCRIBIENDO A CIEGAS.

I.


Improviso, letra a letra, tecla a tecla, sílaba por sílaba, mis ideas, como si mi cabeza solo guardase recuerdos fragmentados, aniquilados, cortados a trozos con la facilidad de rasgar un papel. Me siento solo, siento frío, solo tengo mi cuerpo, mi mente, mis recuerdos y su imagen,  esa fotografía que se guardia en la memoria de mi mente, en la fuente de mi necesidad. Poco a poco comienzo a helarme, como si trozos de hielo absorbieran mi calor, me extenúa la flecha del remordimiento, de la culpa, el filo acero de la verdad.

Mi vida se basa en la mentira, una mentira sucia, putrefacta, zombificada, sin vida, en vuelta en una tela gris, cubierta de heridas de bala. Mi enfermedad es radical, no tengo voluntad, la mentira me controla, solo sé mentir para llegar a conseguir lo que quiero, egoísmo, ¿qué gano yo con eso? Felicidad, venganza, acciones abstractas, etéreas, carentes de alma, de corazón.

Tal vez no poseo tal cosa, tal vez mi corazón está siendo remplazado por la oscuridad, por el negro velo. Me estremezco solo en pensar cuando llegará el momento, el momento de destapar toda esa vedad, escondida tras los muros de la fuerte piedra, del marfil pulido, del diamante intacto. Como un reflejo en el agua miro a través de mis ojos, embarcándome en las aguas de la muerte, junto al barquero, me embriaga su persona, su labor, su cometido.

Vivimos por razones inexistentes, morimos por razones desconocidas, conocemos nuestro progreso, pero no la manera de llegar a ello, nos falta el papel en el que desahogar la tinta de la pluma. Como un virus, mi conciencia recorre mi cuerpo, moviéndome a su voluntad a merced de mi alma, liberándome de una cárcel creada por los ideales.

Ideales, nadie es perfecto, o todos los somos, todo es de todos, o nada es de nadie, sinonimia. Creemos conocer la igualdad cuando realmente solo pintamos la avaricia de otro color más bello a ojos de un niño, Bendita inocencia, aquello que perdemos sin darnos cuenta, ese momento en que tu cerebro pasa a mandar, y no tiene dominio sobre ti ya la imaginación. 

Inventamos códigos, como si de agua se tratase, ciframos nuestras vidas como si de problemas se tratasen, complicando lo que es simple.

El canto de un dulce pájaro sobre la copa de un árbol, el olor de las páginas de un libro, el olor de una historia, el tacto de su piel, la contemplación de un río, cómo el agua imita nuestros recuerdos, llevándose el pasado.

El sabor, el sabor del chocolate, del chocolate infantil, el sabor del chocolate envuelto en un pequeño papel, chocolate hueco, como sueños rotos, ¿irónico verdad? El sabor del chocolate hueco con un objeto, un objeto ridículo, infravalorado.

Un Huevo Kinder.



Echo en falta esa simple acción de esparcir el chocolate e ir a por aquella sorpresa tan enternecedora que hacía mis ojos agua, bajando esa sensación a mi boca a saborear aquel placer.



Pruébalo ahora, sentirás añoranza, ese simple premio de consolación por crecer, cuando nadie nos deja otra opción. 



Todos queremos ser maduros, cuando realmente lo somos. Hemos de ser pequeños, aquellas sonrisas, vacías de culpa, llenas de ignorancia, de felicidad.

Y ahora, te toca cambiar el mundo, lo cambiarás, tú, junto conmigo, y con los demás, todos juntos, unidos, amigos de la infancia. 

Riot.

El chico pelirrojo. Fighter Alien.

Hola de nuevo.


Bien, hoy voy a hablaros de alguien que ha modificado un poco mi vida, mi forma de verla y mi forma de entenderla.
Es un británico de 21 años, al que le vale con una guitarra y su voz para llenar escenarios. Hablo de Ed Sheeran




Probablemente, hayáis escuchado alguna canción suya de casualidad en la radio. Esa canción probablemente ha sido "The A Team". Efectivamente, es una de las mejores canciones que tiene. Pero ni mucho menos es la única. Esta es sólo una pequeña pincelada de la grandeza de su álbum "+". Ganador de dos premios Brit este año, se ha consolidado como uno de los grandes cantautores a nivel nacional e internacional.





Ahora os voy a poner mi canción favorita de Ed. Y os animo a investigar más sobre él y escuchar sus canciones. Él las compone, de ahí que sean tan maravillosas. Como también a compuesto temas para bandas como "One Direction", banda de la que hablaré en próximos posts. Sí, no os asustéis. Os voy a descubrir a la banda, no al producto.


Bien, pues aquí va "Give me love", de Ed Sheeran, este pelirrojo que se ha llevado un trozo de mi corazón con sus canciones.



FighterAlien.


lunes, 23 de abril de 2012

Novela, capítulo 2. Riot.

La Ruina de Arnor.

Capítulo 2.

GRACIAS.

Avancé hacia las almenas terminando la conversación con Sirgeik. La noche comenzaba, el frío se intensificaba mostrando sus afilados y puntiagudos dientes congelados. Las estrellas eran invisibles, pues las nubes las rodeaban como burbujas de espuma grises. Únicamente la luna conseguía hacer frente a aquellas masas de agua condensada logrando filtrar algunos reflejos de luz entre aquella niebla, cada vez más cerca del suelo. 

Apagué mi pipa guardándola en el bolsillo del cinto. Agarré la única antorcha encendida de la almena y la descolgué de su soporte. Su fuego intentaba calentar una pequeña parte de mi cuerpo, pero el intenso viento no dejaba ni un segundo de silencio y quietud. Avancé hasta las demás antorchas impregnadas en aceite y las encendí una a una, todas ellas, colgadas en la pared de antiguos muros gloriosos tallados en blanca piedra. El fuego recordaba el pasado de largos pasillos techados, de suelos pulidamente encerados, de paz, tranquilidad y sosiego, inexistentes en estos días. 

Ahora la calma estaba presente, pero no de aquella manera, era esa tranquilidad perturbante y nerviosa, aquella tranquilidad que siempre se sucedía antes de una clamorosa tempestad. Retorné a mi lugar de partida, y posé la antorcha en su debido lugar. Todas intactas, firmes, como soldados de piedra rígidos, bailando al viento.

El aire de pronto cambió de rumbo, de sentido, de dirección, un pequeño cuerno sonaba en la lejanía, al otro lado de las ruinas. A los pocos segundos llegaba un centinela corriendo de la muralla del Paso del Río. Agitado, con el corazón en un puño, intentaba ganar unos segundos de aliento antes de hablar. Miré sus ojos, irradiaban preocupación, dolor.

-Ya...ya..y.--ya están..a-a-a-aquí- decía respirando como podía-
-¿Quién está aquí?¿qué sucede?- Pregunté, a la vez que mi preocupación aumentaba.
-Han venido, nos atacan, mandan a formar a todo el ejército, tenéis que ir, debéis ir, no tardarán en empezar. ¡Rápido!, os esperan en la Quebrada Central, allí os darán las instrucciones a todos.-Terminaba de hablar recuperando un poco el aliento.-
-¿Y si atacan la retaguardia?- Cuestionando su llamamiento.
-Los refuerzos deberían llegar por aquí, no somos los suficientes como para dividirnos, y su contingente para encontrarse allí en su totalidad, id.-

Volvió corriendo por dónde había llegado, esquivando cascotes y saltando escalones, tan rápido como podía. Corrí hacia las escaleras descendiendo aquella maraña encharcada tan rápido como podía. En el camino de bajada tropecé contra un saliente mal colocado. Logré posarlas manos en el húmedo barro antes de estampar mi cabeza contra el dolor. Mis ojos miraban el suelo, veían un charco, veía mi reflejo, veía mi muerte y la desolación. El olvido de todo. 

Me levanté y corrí a la hoguera. 

-¡Rápido, tenemos que irnos ya, acabarán con nosotros si nos encuentran, están mandando formar a todos!- 

Después de la sorpresa llegó la inmovilización, la parada, la consternación y el desvanecimiento.

-¿Qué vamos hacer?-Preguntaba el gemelo que se acaba de despertar.
-Tenemos que ir a por Sirgeik, luego veremos, ahora empaquetad todo y estad alerta, tened cuidado.- 

Cerré los ojos, respiré profundamente, llegué a sentir como el aire llegaba a mis pulmones contaminados. Como el aire ya no era limpio, ni sucio, sino imbatible, penetrante y sinuoso. 

-¡Espera!- Gritó ella corriendo hacia mí. 
-¿Qué?, tengo que ir a por él.
-¿No se lo has dicho verdad?- Preguntó amenazante.
-No vi el momento...déjame, tengo que encontrarle, no tardaré, se lo diré, te lo prometo.-

Seguí corriendo en su dirección, recorriendo callejones, entrando en posadas de borrachos, en tiendas cerradas, en calles húmedas, en pasillos sangrientos, hasta que... golpes.

Dos tipos no dejaban de soltar puñetazos colmados de dolor en las carnes de aquella persona, de...

-¡Te sacaremos todo lo que llevas en esas sucias manos, morirás como lo que eres, un perro!- se escuchaba entre dolorosos puñetazos y varios quejidos.

De repente, de uno de ellos la sangre comenzó a brotar desde el pecho, ya no vociferaba, ya no se movía, estaba paralizado, petrificado. Arranqué el puñal de su pecho y lo introduje en el cuello de otro. Las órbitas de sus ojos ya no tenían rumbo, su cuerpo se desvanecía.

Pero me faltaba el aire, esa gota de vida que me mantiene en pie día tras día. Unas manos rodeaban mi cuello, abrazándolo de dolor. Mi vista tornaba borrosa, el cielo clareaba, la luz desaparecía. 

Un grito perforó mi tímpano proveniente de sus labios, aquel repugnante ladrón, asesino, matón, me devolvía la vida, aflojaba su fuerza.

La mano de Sirgeik tapaba su boca, haciendo silencioso sus leves murmullos, su pecho brotaba sangre, como si de una fuente se tratase, su cuerpo, tornaba pálido, como el blanco del algodón en los días de primavera.

Respiré, silencio, paz, calma, tranquilidad, nada estaba presente nunca en mí, hasta ahora.

-Gracias.- Me dijo.
-Gracias.- Le dije.

Pavlov.

Riot.


domingo, 22 de abril de 2012

Hakuna Matata. Riot.

HAKUNA MATATA.



Timón y Pumba enseñaron muchas cosas a Simba, y a muchos de nosotros. La vida es una mierda, para qué engañarnos, una caída tras otra, una derrota tras otra, un golpe tras otro, pero siempre está eso, ese hecho desconocido, esa fuerza de voluntad, ese interior que hace que te levantes de un impulso, un impulso que derribará todo lo que quieras tumbar.



A mí nadie me gana a pesimista, pero, hemos de admitir, que aunque al final todo es nada, todo es muerte... siempre queda una sonrisa, una caricia, un abrazo o un beso que te hacen recordar. Timón y Pumba se refieren a algo parecido...


Sí, esas dos palabras que todos de pequeños nos sabíamos y que con el tiempo desaparecen en nuestra inmensa imaginación.




Después de la lluvia, puede salir el Arco Iris.


Así que, vive la vida, relájate y...

HANUKA MATATA.


                                 



Riot.





Novela, capítulo 1. Riot.

La ruina de Arnor.


Capítulo 1.


Almendra.


El sol rojo se ponía a lo largo de Las Montañas Nevadas dejando un rastro de luz naranja, tenue, difuminada por la intensa niebla perpetua del lugar. Los árboles tornaban negros, dejando el verde del día a la noche. El humo de las hogueras ascendía hasta las nubes más bajas, junto con pequeñas ascuas amarillas. Aquel muro de piedra, agrietado, recortado y desgastado, frío, como si intentase imitar el hielo. Las enredaderas verdes lo recorrían, compitiendo por llegar a la única torre que aún se mantenía intacta, la Torre de Marfil.


Miraba a la lejanía, al horizonte, con la vista perdida, ensimismada. Mi espalda reposaba en el muro de piedra, transmitiéndome frío y soledad. Miré ahora hacia el interior de las ruinas, hacia mi interior. La hoguera encendida por mi hermano iluminaba todos sus rostros desvanecidos. El polvo de la tierra ascendía en la nube de calor. Frotaban sus manos, intentando entrar en calor, algo poco presente aquí, algo perdido. Ella apoyaba su hombro en él, acurrucándose, encogiéndose por el imponente frío. Los gemelos buscaban desesperados el momento de la comida, buscaban algo a lo que aferrarse, algo que su estómago les pedía, nada de oxígeno, nada de frío. 


Besó su frente y la dejó, mi hermano se levantó. Me miró y le devolví la mirada. Me acerqué a las escaleras de acceso, resquebrajadas, sus peldaños, antaño pulidos, ahora se encontraban negros, llenos de charcos, charcos de infección, charcos de olor a muerte, charcos desesperanzadores. Mientras ascendía los escalones se colocaba su capucha, del color del bosque y sacaba un pequeño fardo de una de sus bolsas atadas al cinto. Le esperé arriba para hacer el cambio de guardia.


Me ofreció un poco de hierba del pantano tendiendo su mano. Busqué en mis bolsillos aquella pieza de madera con forma de cuerno. Era una pipa de color marrón, igual a la suya. Tomé un poco de hierba y prendí la pipa. Él hizo lo mismo. 


Tras un largo silencio de paz me decidí a hablar.


-¿Cómo está todo por abajo?- Pregunté intentando sacar algún tema de conversación vagamente.
-Estamos algo hambrientos, ya es tarde, será mejor que cuando bajes vayas a por algo de comer, tenemos que reponer fuerzas-
-Sí, pero están empezando a racionar la comida, no sé cuánto nos darán, tampoco les importamos mucho, es más, dudo que nos den algo.-


Paré un momento y aspiré el humo, sentí aquel aire de color gris en mi cuerpo. Expiré el humo haciendo un anillo que desapareció rápidamente como una tela invisible.


-Bueno, haz lo que puedas, vete ya, aquí hace frío, me toca a mí la guardia.- Sentenció la conversación mientras avanzaba a las almenas.


Descendí por la sinuosa escalera hasta el fangoso barro del suelo. Mis botas se llenaban de tierra mojada, húmeda, y llena de sangre, sangre derramada. Llegué a la hoguera y clavé la lanza en el suelo. Pasé la mano por la cabeza de los pequeños, a modo de gesto de afecto y les miré con una sonrisa falsamente esperanzadora.


-Voy a por algo de comida, en seguida comeremos algo-
-Te acompaño- Me dijo uno de ellos con su voz todavía algo infantil.
-No, tenéis que cuidar de ella, está algo enferma, no tardo nada, os lo prometo ¿vale?-
-Está bien...- Respondió algo enfadado y calló.


Me levanté y seguí mi camino hacia algún lugar en el que encontrar algo que comer, algún lugar donde el calor estuviera presente y no fuera fugaz, algún lugar donde la sensación fuera de felicidad y no de ganas de morir, de ganas de llorar, de ganas de huir, de evadir la realidad. Tras poco tiempo andando divisé un cartel tambaleándose por el viento que comenzaba a arreciar. 


Me acerqué a un candil sujeto a la pared que iluminaba unas letras oxidadas. "La Zorra Dormilona", parecía ser una taberna o una posada y dentro de ella se escuchaba bastante jaleo. Empujé la puerta de aquel local construido a base de madera húmeda y desgastada y piedra verde. A mi entrada también apareció un señor, de una complexión vigorosa y bastante altura, lucía una chaqueta de cuero roja y unos pantalones desgastados marrones. Algún borracho supuse que sería.


Ignoré su presencia en cuanto entré en aquel local. A la izquierda se encontraba la barra defendida por un señor, al parecer el tabernero. Los grupos de gente se distribuían en varias mesas dispuestas por toda la parte inferior del local. Una camarera no dejaba de transportar aquella bebida amarilla como el sol de verano reflejado en las espigas de trigo,  las cervezas inundaban la taberna, su olor se pegaba a las paredes, impregnando todo de una falsa realidad producida por el alcohol. Varias chimeneas encendidas calentaban aquella gran sala. Me acerqué a la barra descubriendo mi rostro al tabernero. 


-Buenas noches caballero, ¿busca algo que llevarse a la boca? o ¿tal vez una habitación dónde hospedarse?-
-Busco algo de comida caliente para mí y otras cuatro personas.- Dije con un respingo.
-Está bien, no tardaré mucho caballero, ahora mismo le preparo algo para usted y sus cuatro compañeros- 


Me alejé ignorando palabras siguientes a aquellas y me senté en uno de los taburetes de las pocas mesas vacías que quedaban. Mis ojos buscaban a aquel personaje de la chaqueta de cuero roja por el local pero parecía haberse perdido, haberse desvanecido, lo envolvía un halo de misterio muy siniestro. 


Mi mirada se desvió ahora hacia una chica que se acercaba a mí. Dejé de mirarla pretendiendo que me ignorase, pero no fue así. Se sentó encima mía y dirigió sus ojos a los míos. La miré. Era un chica bellísima, sus ojos almendrados destacaban en la lejanía, de color anaranjado, entre una piel blanca y de tacto suave. Su pelo castaño, suelto, a merced de sus movimientos destapaban la punta de sus orejas. Una elfa. Llevaba un vestido de color blanco muy ceñido con adornos negros. 


-Lo siento, no estoy interesado.- Dije sécamente intentando zanjar una conversación que no debía ni haber empezado.
-¿Por qué cariño?¿no quieres hablar conmigo?¿no quieres soñar en la realidad?- Dijo con su voz, tan dulce como la miel.
-Por favor, déjame, márchate de aquí.- La retiré y me levanté dirigiéndome al mostrador.
-Señor, aquí tiene todo lo que me pidió.- Dijo el tabernero algo fatigado.


Dejé una bolsa llena de monedas en la barra y agarré el petate de comida. Abrí la puerta de la taberna. El cielo negro ahora estaba cubierto de nubes grises, dejando caer flechas continuas en forma de lluvia granizada. Me coloqué mi capucha, subí mi pañuelo negro hasta mi nariz, envolviendo mi rostro y salí de aquel caldeado entorno. 


Miré hacia atrás un momento antes de que la puerta se cerrase sola por la acción del viento. Aquella chica del vestido blanco, de los ojos anaranjados, se encontraba sentada en otro hombre, con aquella mirada, y aquella voz. 


La puerta cerró, el  grito del local tornó a murmullos, la luz se extenuó. Atravesé el callejón que llevaba de nuevo a la calle principal, de vuelta a nuestra hoguera.


El filo dentado de un puñal amenazaba ahora la yugular de mi cuello. Mi corazón comenzó a desencajarse de sus latidos, a estallar.


Sirgeik.


Riot.











sábado, 21 de abril de 2012

Presentación. Riot.

PRESENTACIÓN.

Hay muchas drogas, la mayoría de ellas ilegales. Todas menos una, una que nadie puede controlar, de mil tipos, mil formas, mil características... la imaginación. Cuánto más imaginas más te olvidas de la realidad, cuánto más presente está, más deforma la situación, puede terminar volviéndote loco, si no la controlas, si no la  usas correctamente.

Yo soy una de esas personas adictas a la imaginación, mi necesidad, mi voluntad se aferra ella, intentando cambiarme, envolverme en una realidad falsa, haciéndome chocar contra la pared invisible que es la vida.

El aire es el humo de mi tabaco, el aire destruye mis pulmones, encharcándolos de mentiras. Por mis alvéolos corren gotas de lluvia. 

Mis únicas pertenencias, lo que llevo puesto, mi imaginación y ella.

La vida es una guerra, y nos toca ganarla, derrota tras derrota.





¿Crees que el destino está escrito o llevas un bolígrafo y un cuaderno en la mano?

Riot.


Somos jóvenes. Figther Alien.

Hola a todos. 
Bueno, soy Fighter Alien. Ese no es mi nombre real, evidentemente, pero aquí sí lo va a ser.  Este nombre surgió de la imaginación de una adolescente normal. Sí, esa soy yo. Así que no intentéis buscarle otro significado a este nombre, porque no lo hay.

Mis entradas hablarán sobre música, sobre la vida, sobre reflexiones, historias, sucesos que me parezcan interesantes, anécdotas...En definitiva, todo lo que quiera compartir con vosotros.

Escribiré semanalmente, o eso intentaré. 


Y hoy, quiero compartir con vosotros una canción. Se llama "We are young". 

La escuché y me encanta la letra. Describe el significado de juventud, el espíritu. Somos jóvenes, y libres. Tenemos toda la vida por delante y sí, hay que disfrutarla. Para eso está.

Así que cuando estéis de bajón, escuchadla. Algo ayuda.

Fighter Alien.